Ceremonia · Daniel Espartaco Sánchez
El autor nos comparte sus ideas sobre la narrativa,
los tiempos editoriales y las becas en México.
RUSIA
Cosmonauta comencé a escribirlo hace unos diez años. Crecí expuesto a dos culturas dominantes, la norteamericana y la socialista, eslava en su mayor parte: los cuentos populares rusos, los dibujos animados polacos, las películas checas para niños que pasaban en la televisión. Lo norteamericano era la cultura de masas, de la cual soy deudor, pero la cultura europea del Este tenía para mí valores más artísticos, y humanísticos. En ese libro traté de hablar de ellos, aunque soy consciente de que los idealizo. Para mí era como recobrar un pasado extirpado. Creo que en Ceremonia también tengo algunas referencias rusas, a Tolstoi por ejemplo, una especie de broma personal. Tolstoi y la literatura rusa en general, la buena literatura soviética, son para mí referentes permanentes, como el cine y la televisión norteamericana. El epígrafe es de Bulgákov, quien satiriza como nadie la literatura soviética establecida.
CEREMONIA
Todo se fue dando de una manera accidental, a manera de broma. Hace algunos años, un guionista me escribió para ver si podíamos hacer una adaptación para un libro mío. Lo demás fue imaginar el qué hubiera pasado. Luego, sin darme cuenta, como sucede con toda ficción, comencé a describir de manera inconsciente mis preocupaciones actuales en torno a la literatura, la comercialización de ciertos temas, las tendencias, justo como lo hacía Bulgákov respecto de la literatura obrera o el realismo socialista. En mi caso, observo una tendencia por parte de mis contemporáneos a explotar temas como el narcotráfico, las drogas y lo policiaco tan solo para ganar notoriedad, ser publicados en una editorial comercial, y que hablen de ti en El País o en la academia gringa. Es buscar el camino fácil.
GASOLINA
En Gasolina me burlé de los jóvenes becados, sus actitudes, y la manera como a través de las becas la literatura se transforma, se adapta a formas administrativas. Estamos especializados, hay cuentistas, hay narradores, ensayistas, tan solo porque las solicitudes para las becas piden que te enfoques en un género. Ceremonia fue escrita durante un período en el que tuve una beca, aunque escribí otras cosas que ya saldrán a su debido tiempo. Debido a mi compromiso, y porque era lo más honesto, el libro lleva una leyenda. No me parece contradictorio de ninguna manera, aunque creo que el relato se enfoca más en problemas existenciales, y la crítica va más dirigida a la industria editorial, a los agentes literarios y a la autocomplacencia de una clase social privilegiada que se dedica a hacer cine totalmente desligado de la realidad. Con todo, lo que me interesaba más de Ceremonia era un asunto meramente formal: quería escribir una novela corta que estuviera llena de cosas, utilizar las cajas chinas, una narración que fluyera como un monólogo, el manejo de tiempos, narrar en un tono que no fuera ni campirano ni de realismo social, y que fuera divertida, al menos para mí. .
PARAÍSO PERDIDO
Yo tenía un mensaje, una novela corta, y necesitaba un medio, y me pareció que el mejor medio era PP, porque ahí está el público que me interesa, que es el público joven. Antes de eso, la primera edición de 100 ejemplares artesanales salió en Librosampleados, que es una editorial muy pequeña. Cuando uno trabaja con amigos las cosas son más divertidas y me gusta divertirme. En este mundo en crisis, en el que todos los autores están buscando agente, editoriales grandes y adelantos, proyección, etcétera, publicar por diversión es un lujo. Tal vez por eso mientras respondo esta entrevista me encuentro quebrado y debo un mes de alquiler.
MAINSTREAM
Lo único mainstream es Jorge Volpi, lo demás somos autores que publicamos en editoriales de muchas letras y que nadie nos conoce; a lo mucho, ganamos un premio o sacamos algunas reseñas. Algunos de nosotros quieren aparentar que existe esta dicotomía para no sentirse menos que Jorge Volpi. Ve a la sección de libros de Sanborns y comprueba que el último autor celebrado supuestamente mainstream solo tiene tres ejemplares de su último libro en exhibición. Hay demasiada soberbia. La realidad es que nadie lee, y punto. Y que para ser leído tienes que contemporizar demasiado, escribir del narco, policiaco, escándalos de la política, perder la dignidad.
BECAS
Creo que los verdaderos escritores escriben con beca o sin beca. Porque no se trata de hacer dinero, o ganar fama, se escribe por una compulsión, por llenar un vacío que, según intuyes, existe en el mundo. Estoy seguro de que en un año las becas van a desaparecer, y entonces vamos a ver quiénes tenían vocación y quiénes no.
DIAGNÓSTICO
Narcos, narcos, narcos, de eso adolece la literatura mexicana. Demasiada literatura supuestamente negra que salió de la nada y que me parece altamente sospechosa. Yo solo leo autores que tienen un universo propio, un estilo reconocible, los autores que siempre están escribiendo el mismo libro. Son autores que están buscando algo y no saben qué es. Cada libro es un fracaso por encontrar algo, y por eso vuelven a la carga con lo mismo en otro libro. Lo importante es el camino.
INTELECTUAL
Hablar de turbocapitalismo y tener un Cartier no me parece una contradicción. Yo tengo un Casio digital hecho en China y seguramente fue fabricado por niñitos chinos que ganan un dólar la hora, o no lo sé. Se le pide al intelectual una pureza que no tiene por qué tener, sencillamente porque nadie la tiene. Eso va para ciertos escritores que lanzan consignas revolucionarias desde su iPhone (eso es una especie de esquizofrenia). Yo no me considero un intelectual, pero sí puedo decir que la literatura rusa del XIX ha sido importante para mí en ese aspecto. Observo mi entorno con la capacidad que tengo y veo muchas cosas que me parecen mal, trato de dejarlas en papel sin pontificar. El artista no debe pontificar, siguiendo a Chéjov, solo hacer las preguntas y dejar que el lector las responda (que no es cualquier cosa; ahora sabemos lo que sufría un campesino o burócrata durante el zarismo gracias a Chéjov). Para eso no tengo que unirme a Médicos sin fronteras. Mi función es simplemente atestiguar, y participar socialmente cuando me sienta afín a una causa. Creo que Bellow (cito de memoria) alguna vez habló de la literatura y el hombre pequeño. Para mí es el único tema. Todo lo que he escrito habla del hombre pequeño contra las fuerzas aplastantes que hay ahí afuera, las instituciones, el devenir de la historia, la sociedad. En mis dos últimos libros los protagonistas son dos freelancers marginados; me parece que esos protagonistas representan a toda una clase social con estudios universitarios que no tiene acceso a ningún tipo de seguridad social. Nos han vendido eso como libertad, pero más bien creo que nos han dorado la píldora. Es mejor pagar la cuota de un sindicato y la del seguro a perseguir cheques que nunca salen.
RITUALES
El día que escriba como un autómata será por encargo y prefiero poner un puesto de tamales. Mi ritual es que pienso mucho, me gusta caminar, estar solo, pensar, leer. Luego las cosas se van poniendo en papel. Creo que un noventa por ciento es imaginar, y el otro diez por ciento es ejecutarlo. Luego está la fase de corrección, en la que me vuelvo loco, a veces creo que de manera innecesaria: tengo dos años corrigiendo una novela. Tardo más en corregir que en escribir porque no me gustan las tramas novelescas, no tengo fórmulas definidas: me parece que todo lo que debe de ir en un libro tiene que obedecer a una necesidad no argumentativa, sino que tiene que tener un valor ya sea estético, o de humor, o simbólico, o descriptivo o emocional. De hecho para mí corregir es escribir.
OUTRO
Estoy terminando de corregir una novela; espero que se publique este año. El 2018 me parece sombrío, y somnoliento con el ruido blanco de las elecciones, y ya soy demasiado viejo para migrar a Canadá.