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Consumatum · Néstor Herrera




La obra fotográfica de Néstor Herrera dialoga

con la pintura renacentista, barroca y romántica

desde una aproximación conceptual desafiante.

BOOM

Quiero comentar que empecé en la fotografía como tal hace 6/7 años cuando obtuve mi primera cámara. Le tomaba fotos absolutamente a todo, a la lluvia, a las hojas, me llevé tiempo encontrar mi camino. Descubrí que podía plasmar mis sentimientos + pensamientos a través de la fotografía, y eso fue un BOOM emocional, porque en aquellos días estaba pasando por malos ratos. Me gustaba que podía desnudarme emocionalmente a través de la fotografía. Toda esa carga, positiva o negativa, la podía plasmar en una foto.

SUBJETIVO

Seguí puliendo el estilo, y la gente no se daba cuenta de que objetivamente había una foto pero al mismo tiempo, subjetivamente, me estaban viendo a mí. Había algo muy íntimo en el material plasmado. La gente no se daba cuenta, y lo consideraba bonito, y entonces comprendí que no iba a ser juzgado. Pero luego, cuando criticaban una foto, sentía que me estaban criticando a mí, porque la foto era yo. Me costó mucho tiempo entender que el arte es subjetivo.

VOCACIÓN

Cuando cursaba la preparatoria, en los exámenes de optativas, nunca supe responder a qué me dedicaría. Nunca. No sabía hacia dónde dirigirme. Más tarde, con orientación especializada, me dijeron que debía enfocarme en las artes. Es curioso, porque en el ámbito artístico me dicen que hago publicidad. Sin embargo, no es mi objetivo desarrollar proyectos comerciales. Creo que me gustaría ejercer la pintura, pero—hasta nuevo aviso—estoy enfocado en la fotografía.

TEMAS

No considero tener temas para abordar, mis ideas surgen de la nada. Muchas veces son improvisadas, pero podría hablar de las últimas fotos que he creado, inspiradas en el suicidio, el lado poético de la muerte. Me gusta buscar el lado bello, el lado artístico de los eventos desafortunados.

INFLUENCIAS

En Instagram, sigo a Krishna Valdez, una fotógrafa joven que ha recibido múltiples premios en Italia, Dubái, Tokio, y es una gran inspiración para mí. Al ver su caso podemos darnos cuenta de que sí es reconocido el trabajo de un fotógrafo conceptual y eso me da muchas alas [risas].

En cuanto a influencias pictóricas, tengo muchas, y podría platicarte horas sobre esto. Me inspira el barroco—Vermeer, Caravaggio, Velázquez—, el romanticismo con John William Waterhouse, las pinturas renacentistas de Leonardo Da Vinci y Tiziano. Últimamente, tanto la influencia del maestro William-Adolphe Bouguereau como la de Roberto Ferri han sido muy notables en mi trabajo. De este último, incluso me he tatuado una obra suya.

También me interesan la literatura del siglo 19, y el cine. Siempre estoy viendo películas, puedo admitir que soy cinéfilo aunque sería ridículo autonombrarme así. La danza, el teatro. A menudo llevo conmigo una libreta para tomar apuntes. Las ideas valen oro y hay que anotarlas. Luego vas puliendo, plasmas en un borrador, en una foto, editas, y puede sonar como un trabajo largo pero es lo que te apasiona. Y al ver el fruto, dices: todo el cansancio valió la pena. Porque déjame decirte que eso de tomar las fotos puede sonar fácil pero es muy cansado.

DIFERENCIALES

Últimamente veo que la fotografía conceptual ocupa un lugar cada vez más importante en la escena artística, y me da mucho gusto. Busco que mis fotografías parezcan pinturas al óleo. Y muchas veces las confunden. La gente me pregunta cuál es mi técnica pictórica, y les respondo que hago fotografía. Me gusta que a las personas les cueste creer que es una foto, y no una pintura. Creo que eso es lo que distingue mi trabajo conceptual.

PROCESOS

La primera serie, la única con una historia, se llama Al otro lado. La integran nueve piezas, inspiradas en Ofelia de Hamlet y Alicia a través del espejo. Esta serie la hice con una chava que conocí a través de los tatuajes, que se llama Leto Martín, una chica súper talentosa con un estilo muy peculiar. Hicimos una colaboración que se cocinó lentamente. Fuimos a dos cenotes: en el primero no nos permitieron tomar fotos, querían cobrarnos $1,500 pesos por hora. Así que fuimos a otro donde no cobraban, pero era muy profundo. Leto no sabía nadar; en ese momento sintió pánico y yo estaba bloqueado. Habíamos viajado expresamente para hacer la sesión, estuvimos batallando durante horas, y al final aplazamos para el día siguiente. Realizamos la sesión en la piscina de un amigo. Después de un buen rato, tomamos la foto de Ofelia.

La segunda serie se llama Consumatum. Trata sobre el suicidio, y es una de las primeras ideas que concreté cuando comenzaba a realizar fotos conceptuales. Durante un taller, entre las críticas, los curadores señalaban que no me arriesgaba lo suficiente; a pesar de mi potencial, veían miedo en mí. Fue en ese momento que hice a un lado los temores y prejuicios de la familia y la sociedad. Fui puliendo las ideas, que eran muchas, y finalmente conseguí tres fotos. En la primera, mi novio posó como un ahorcado; en la segunda, aparezco disparando una escopeta, y en la tercera vemos a una chica en la tina.

La última imagen se inspira en una pintura de Bouguereau, a su vez basada en el Infierno de Dante.

DESAFÍOS

Me frenaban mucho los prejuicios de la sociedad yucateca, la mente cerrada y los dogmas religiosos. Mis padres son pastores de la iglesia pentecostés, y me costó mucho romper barreras. Sigue siendo un reto que vean mis imágenes y las vayan asimilando/aceptando, más allá de la primera impresión de ser considerado impuro.

Otro de los desafíos es encontrar modelos. Es muy difícil que alguien acepte participar en este tipo de fotos, porque hay desnudos y les causa conflicto.

También es difícil llegar a galerías. No he presentado mis obras en espacios de exhibición y muero por hacerlo. He indagado mucho, he buscado contactos, y todavía no lo consigo. Pero la clave de triunfar es la perseverancia. Quiero que la gente de fuera de Yucatán reconozca lo que estoy haciendo. Estoy aplicando a varios concursos nacionales e internacionales, y me he propuesto lograr el reconocimiento global.

TURISMO

En Yucatán, los artistas contemporáneos estamos recibiendo apoyo suficiente en cuanto a espacios de exhibición. El programa de La Noche Blanca es de gran ayuda, dado que está permitiéndole al artista presentar su obra, con la ventaja de que un segmento importante de los asistentes corresponde al turismo, y el trabajo es apreciado por cientos de personas. Vivimos un momento muy oportuno.












Edición de textos: Christian Núñez. Imágenes: Cortesía del autor.



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Últimos testigos · Serge Barbeau



Serge Barbeau (Montreal, Canadá, 1951) ha trabajado para Vogue, Elle y Marie Claire, entre otras reconocidas publicaciones. A raíz de su participación en el documental La Guerra de los Príncipes de la Lluvia, de Bernardo Pérez Soler, el fotógrafo de moda entró en contacto con los pobladores mayas de Quintana Roo, últimos testigos de la guerra de castas. Su trabajo más reciente se inspira en estas historias.


Soy FOTÓGRAFO DE MODA, desde hace 30 años—principalmente he trabajado para periódicos europeos—y viajé a muchos lugares del mundo. Una vez, vine a Playa del Carmen/Tulum a sacar fotos; me gustó el lugar, el clima, la gente. Un amigo que estaba vendiendo terrenos tenía una casa en un pequeño pueblo entre Cobá y Tulum, de habitantes mayas. Pasé algunos meses allí de vacaciones, con mi novia, y me gustó. Así llegué a Quintana Roo. Después de un rato, vine a pasar un tiempo a México, me hice una casa, y aquí estoy.

Este proyecto fotográfico nació hace como 4-5 años. Empecé un trabajo con un antropólogo mexicano, Bernardo Pérez Soler, que realizó un documental como tesis universitaria sobre la guerra de castas. Haciendo este trabajo llegué a los pueblos de la zona de CARRILLO PUERTO—antes Chan Santa Cruz—que fue el nido de rebeldes en la guerra de castas, de sus protagonistas.

Me encontré con las personas que viven en esos pueblos desolados y me emocionó mucho, porque tienen caras muy cargadas. Un día me animé a hacer fotos de esas caras, pero con un toque estético. La primera inspiración fue de natura estética, no antropológica. Entonces me puse en contacto con un joven maya, Marcos Canté, que fue el fundador de una cooperativa para ayudar a las poblaciones de estos pueblitos, que se llama XYAAT.

Marcos realiza un tipo de turismo cultural donde pasa a visitar algunos abuelos en compañía de extranjeros, quienes aprenden sobre cultura maya, sus artesanías y la técnica del henequén, todas esas cosas. Hablamos acerca del proyecto, que en ese momento era solo la voluntad de sacar fotos, y empezamos a buscar a los abuelos. Yo fotografiaba, él entrevistaba. Después me reuní con gente de Mérida [Yucatán], presenté la exposición en el Museo de la Ciudad, ahora en Lux Perpetua, y el próximo año la vamos a llevar hasta Alemania, al Museo de Antropología de MÚNICH en Junio/2016.

Los abuelos de la serie tocan a mucha gente. Tienen power. Las personas nos cuentan historias que a ellos les contaron sus abuelos o bisabuelos. Se habla de rituales, de cómo vivieron en esos tiempos, de algunas batallas. No son historias largas, porque algunos de los ancianos tienen 110 años, otros ochenta y tantos. Muestran un lado un poco MÍSTICO, porque son recuerdos antiguos y el modo de hablar maya hace 50/60 años no era igual que ahora. Todas estas entrevistas fueron traducidas después al español.

ÚLTIMOS TESTIGOS tiene vida propia. Yo siempre hice cosas estéticas—no puedes hacer cosas feas en la moda—pero ahora no podemos decir que estas fotos sean solo estéticas. Hago también una labor de antropólogo y los testimonios van más allá de ser únicamente historias. Son poesía. Ante todo, son pura poesía. Te sientas con un abuelo y él te habla de sus viajes de tren de hace 50 años, seguro que se olvida de ciertas cosas, y seguro que inventa otras para satisfacerte. Pero entrar en la casa de cada una de estas personas, sentarte con ellas, fotografiarlas y entrevistarlas no tiene precio. Mi perspectiva ahora no es la misma.

Me emociona LA AMABILIDAD Y LA TRANQUILIDAD de esta gente, la simplicidad de lo que tienen alrededor: nada, muy pocas pertenencias. Y con eso viven hasta 110 años, tranquilos. Es impresionante.





Últimos Testigos: Guerra de Castas 1847/20??

se presenta actualmente y hasta diciembre/2015

en la galería de arte LUX PERPETUA ART CENTRE.

Todas las imágenes: Cortesía Lux Perpetua

Mamerto Kauil Pat, 77 años, Tepich [Posible descendiente directo de Don Jacinto Pat]

Fastino Tamay Marín, 105 años, Xyatil

Cecilio Poot, 81 años, Yaxley