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Fragilidad del equilibrio · Tatiana Zugazagoitia

Tatiana Zugazagoitia reflexiona sobre los elementos que integran el equilibrio emocional a partir de una pieza multidisciplinaria.


EXPERIENCIAS

El proyecto se llama Fragilidad del equilibrio y se realiza en colaboración con la artista visual Katrin Schikora. Surgió hace unos tres años en el estudio de Katrin a raíz de una conversación sobre nuestra condición efímera y frágil. Y se nos antojó crear una metáfora con las posibilidades de la cerámica. De este modo, generamos un cruce entre la danza y la cerámica. Tardamos bastante tiempo esperando el momento justo para poder hacerlo. Por tiempos de ella, por tiempos míos y para financiarlo como se merece. Entonces apliqué a los Fondos Municipales para las Artes Escénicas 2017 y salió seleccionado.

Originalmente pensaba hacer un solo, hablando de mi fragilidad en relación con lo físico [cómo te van transformando ciertas lesiones corporales] y el equilibrio emocional. Considero que somos bastante frágiles y ahora la vida nos lo acaba de volver a decir después del sismo del 19S. Esta coincidencia de estrenar la obra a pocos días de los sismos me resulta extraña, ya que en realidad nunca trabajo con temas que están de "moda". Sean cuestiones políticas o sociales, no funciono así. Por otro lado, durante este proceso la pareja de Katrin Schikora murió. Fue una segunda experiencia difícil.

Sí, sí somos muy frágiles.


PERSPECTIVAS

El concepto gira alrededor de cómo me asumo frágil y de encontrar en esa fragilidad la fortaleza para acoplarme/amoldarme evitando la rigidez. A veces, en el afán de controlarlo todo, cualquier cosita rompe ese equilibrio emocional, y nos caemos por aferrarnos. Sin embargo, considero que el desapego absoluto como sociedad nos lleva a no darle su justo valor a nada. Creo que es más bien el desapego hacia cosas que no necesitamos. Pero sí es importante cultivar los afectos.

Entonces quise hablar de mis fragilidades a partir de lo que estoy viviendo—de mi edad, de cómo me transformo para seguir como bailarina a mis 50 años en la escena—y se me ocurrió incluir la figura de un joven [Alfonso García Medina] que ronde los 30 años, en plenitud de su fuerza física, y la de alguien mayor [Paco Marín], de 70 años. Ya que a menudo son las mismas inquietudes, vistas desde perspectivas distintas.


CONTEMPLACIÓN

Además de contar con Alfonso y Paco, que trabajan juntos en el Colectivo Caballo Azul, está Manuel Estrella en la música, Christian Rivero en la iluminación y Mónica Aranda en el vestuario. Todo se armoniza con la instalación de Katrin Schikora.

Los diálogos con el equipo permitieron llenar la hoja en blanco y consolidar la propuesta. En Fuera de Centro, construimos directamente en el espacio y eso nos dio la ventaja de explorar múltiples alternativas. Antes me generaba mucha angustia la página en blanco. Ahora cada vez me gusta más que el mismo proyecto indique su rumbo.

Este tránsito fue muy natural. La intuición de lo frágil nos mostró el camino, y logramos comprender toda una serie de cosas. Al principio quizá pensaba hablar explícitamente de aspectos físicos como el dolor, pero la aportación de Katrin sugirió una ruta más orientada hacia lo abstracto. Pasamos de la posibilidad de la catarsis a la contemplación.


EQUILIBRIO

Alfonso construye aspectos que se pueden caer, ya sea por movimientos directos o por causas externas: el trabajo, nuestra pareja, la familia mantienen un equilibrio precario, que no podemos controlar. Yo equilibro en distintos puntos de mi cuerpo los objetos de cerámica en una coreografía abierta. Hay un trazo, una estructura, pero no sé cuánto tiempo voy a controlar las piezas de cerámica sin riesgo de que se caigan. No lo sé, porque dependerá del punto de equilibrio de cada objeto. Y a veces caen y se rompen. Se rompen muchísimas [risas].


Paco interviene el espacio y nos regala unos poemas maravillosos. Uno por ejemplo es una jitanjáfora que, para mí, cuestiona nuestra forma de comunicarnos con la otredad, con lo que no entendemos. En general, en la obra empleamos juegos abstractos en torno a las exploraciones con la instalación. Que no es una escenografía: hay que verla como un objeto visual para ser intervenido.


SINESTESIAS

Fusionar texto y danza siempre me ha gustado. Mi primera obra fue a partir de una novela de Alberto Ruy Sánchez, Los nombres del aire, y él me permitió hacer lo que quisiera con su texto. También trabajé con Aurelio Asiain a partir de poemas sobre los árboles, y diseñamos la danza en la misma construcción del poema. ¿Cómo hacer una frase de movimiento que sea un haiku? ¿O un palíndromo bailado? Son traducciones de un lenguaje a otro. Y justamente Alberto me invitó a una presentación con sus traductores al francés e inglés, y me dijo: Tú me traduces al cuerpo. Ahí es donde empieza realmente la interdisciplina, con el cuerpo como catalizador.

En fin, lo visual me atrae desde niña. El arte contemporáneo me empezó a interesar a partir de esas instalaciones en las que podías decidir dónde colocar una piedra dentro de un laberinto. Esas cosas parecen muy simples pero me atraen muchísimo, y con eso estamos jugando. Fragilidad del equilibrio es una obra introspectiva y minimalista sobre el aprendizaje de un tránsito.



Estreno: 13 de octubre 21.00 hrs. Funciones: viernes 13, 20 y 27 oct. 21.00 hrs / sábados 14, 21 y 28 oct. 20.00 hrs Lugar: Fuera de Centro, calle 21 #93 B, Col. Itzimná (frente a la Federal #1) Mérida, Yucatán

Tres personas de distintas edades intervienen una instalación creada ex profeso, usando objetos de cerámica como metáfora para hablar de la fragilidad del ser humano y su relación con la vida y con su propio equilibrio emocional. Temporada dedicada a la memoria de George Samuelson. El equipo creativo está conformado por: Katrin Schikora, instalación; Manuel Estrella Gato, sonorización; Mónica Aranda, vestuario; Christian Rivero, iluminación; creadores escénicos: Paco Marín, Alfonso García Medina y Tatiana Zugazagoitia. Dirección: Tatiana Zugazagoitia. Proyecto beneficiado por los Fondos Municipales para las Artes Escénicas 2017

Edición de textos: Christian Núñez. Imágenes: Maru Fitzmaurice. DUDUMDUSH #IdeasColectivas agradece el apoyo de Aída Barrera para la realización de esta entrevista.


Horror y melancolía · Laila Torres Mendieta


A través de la multidisciplina, Laila Torres Mendieta (Ciudad de México, 1986) integra un cuerpo de obra que reflexiona sobre la violencia física y el horror cósmico. La artista visual cuenta con una maestría en Artes por el Dutch Art Institute, y en este dossier nos comparte sus procesos creativos.

Hace unos ayeres platicábamos sobre el mismo tema, ¿te acuerdas? Uno se va del país lleno de esperanzas. Escupes al viento y no dejas ni tres pesos para el pasaje, creyendo que vas a revolucionar al mundo, siempre teniendo las mejores intenciones. Cuando salimos al mundo lo hacemos con una dulcísima ternura, somos ingenuos. Creemos todo y queremos todo. Creo que la experiencia más relevante por contar es que justo fue eso, ingenuidad, lo que dejé atrás. No soy diferente de muchos artistas de mi generación, hay una constante en la forma en que desarrollamos y presentamos proyectos y que parte precisamente de las transiciones globales con las que crecimos. Por una parte, materialmente hablando, los MILLENNIALS respondemos a una metamorfosis fundamental en telecomunicaciones y tecnologías de vanguardia que han impactado de manera definitiva, no solo cómo vemos al mundo, sino cómo nos relacionamos unos con otros (en escala mundial). En la estructuración tanto de nuestros discursos como en la encarnación de los mismos se anticipa una creciente conciencia política mucho más reactiva, pero igualmente versada. También se vislumbran lucubraciones que intentan cifrar nuestro tiempo, nuestros fracasos y los delirios de futuro que plagan nuestra imaginación. Al respecto, las herramientas que utilizamos se han diversificado y en su obvia actualización siguen polarizándose.
Aunque el debate entre arte conceptual y arte académico permanece considerablemente vigente (donde la pintura parece ser una inagotable fuente de inspiración), dicha disyuntiva está muy superada. En mi caso, el proceso de desarrollo de proyectos se ha vuelto mucho más similar al trabajo de un CARTÓGRAFO. Las especificidades disciplinarias del mismo no son sino contingencia de dicho mapeo. Tiene que haber una suerte de diálogo entre todos los elementos de un proyecto (referentes, intereses, educación, problemáticas, etc.) para que el resultado sea coherente con las ideas que se pretenden comunicar. Actualmente he estado trabajando con video, dibujo, performance y ensayo creativo y no podría señalar alguno como primigenio o más relevante que otro. Cada uno ofrece un potencial de hallazgo y, en ese sentido, la estética global de cada proyecto depende de la forma en que trabaje cada uno. Ahora bien, lo que respecta a difusión de mi trabajo, creo que soy pésima. Para mí es mucho más importante trabajar obsesivamente en algo que necesito comprender que anunciarlo a todo mundo por pobre que parezca. Y pasando al tema de las ideas, justo ahora estoy metida en un embrollo que no logro descifrar por completo. Tiene que ver con horror cósmico.

Bueno, ahora que dije HORROR CÓSMICO habrá que intentar explicarse. El tema puede rastrearse en los escritos de H. P. Lovecraft o incluso en filósofos como Schopenhauer, quienes cuestionaban de alguna manera nuestra relevancia en una escala precisamente cósmica. La filosofía del horror, así pues, representa esencialmente los límites de nuestra cognición; es decir, los límites del conocimiento humano. Este tipo de horror encarna el abismo en el que no existimos, la absoluta negrura a la que no le importamos. Supongo que discursivamente me interesa la relación entre ficción y filosofía como forma de ejercicio intelectual y crítico en torno al hacer artístico. En este sentido, las narrativas que intervienen en nuestro entendimiento del mundo, de nuestras relaciones con otros y, especialmente, el entendimiento de nosotros mismos. Tomo abstracciones como cognición, vacío y destrucción para crear un paralelo audiovisual cargado del conocimiento pop y la hibridación cultural que marcó mi generación.

Escribir es parte vital de todo proceso creativo. De manera tradicional uno podría decir que los artistas se definen exclusivamente por la materialidad de sus trayectorias. Pero, personalmente, considero esta postura bastante reduccionista. El EJERCICIO ENSAYÍSTICO es básico en su función de aclarar el sentido de un proyecto, las intenciones de nuestro trabajo. Es indispensable saber escribir para entender personalmente qué pretendemos comunicar al otro. He escuchado infinidad de veces la frase: toda buena obra de arte debería poder hablar por sí sola. Pero siendo completamente racionales, el circuito del arte sigue siendo considerablemente elitista y autorreferencial. Escribir es un ejercicio que previene actitudes gregarias. Si bien es cierto que el hacer artístico usualmente responde a particularidades propias de la estética, teoría o filosofía, también lo es que el tiempo ha dejado su marca en la historia del arte. Nuestros proyectos necesitan actualizarse para seguir siendo relevantes en las sociedades en las que existimos y escribir no es sino otra forma de instrumentalizar inferencias culturales.

Soy como corriente océanica, bien errática. Tengo algunos problemas de disciplina. Usualmente mi trabajo depende más de serendipias que de un proceso metódico de ejercicio y error. Aunque también sería injusto decir que toda mi producción es obra de eurekas y que nada tengo bajo control. En realidad, el desarrollo de mis proyectos se ve profundamente afectado por el contexto en el que me encuentre, por la materialidad del mismo y la relevancia del planteamiento discursivo. Hace no mucho terminé una maestría cuya médula era profundamente teórica y crítica. El efecto de esta "pausa productiva" tuvo reverberaciones a las que aún trato de dar sentido. Pero no hacer cosas no significa mantenerse estático. El alto rendimiento intelectual del programa me forzó a desmantelar por completo todo lo que yo daba por hecho sobre lo que significa "ser una artista". Para mí, todo esto del PROCESO CREATIVO es más bien un proceso de entendimiento que integra varios elementos y es tan complejo como tratar de definirse a uno mismo sin valerse de todas las etiquetas legadas por generaciones. Antes, como muchos otros, solía creer en la muy supercherista idea de que los artistas poseemos un don para crear cosas, pero lo cierto es que la única diferencia entre un artista y cualquier otra persona es el espacio tan privilegiado que tenemos para pensar sobre nuestro entorno y hacer comentarios al respecto.

Hay 3 autores que adopté por INFLUENCIA directa de mis profesores de maestría: Ray Brassier, Thomas Metzinger y Eugene Thacker, y 3 más por influencia de colegas: Katherine Hayles, Thomas Ligotti y Don De Lillo. Por otra parte, los que siempre me han acompañado son Katsuhiro Otomo, David Cronenberg y Grace Jones. Como muchos, hay millones de cosas que me obsesionan y personas que inspiran la forma como quiero construír mi propia carrera. En términos pop, Grace Jones y una parte importante de la escena musical de los 80’s significaron un coqueteo muy interesante con la experimentación audiovisual, las melodías cursis de sintetizador y el drama emocional aderezado por performances que rayaban en lo teatral. Ay, el drama... Este tipo de ritmos (especialmente los de Jones) significaron una variante narrativa no solo en cuanto a formas de contar historias, sino al potencial que tenía esta mezcla de sonoridad e imagen que hacía las veces de paisaje atmosférico. Al respecto, Cronenberg es justo un maestro en atmósferas y en quien siempre pienso cuando quiero hablar sobre corporeidad. Long live to the new flesh! La alienación humana a partir de la cosificación corpórea: otra vez, lo in-humano. Como el visionario Otomo, quien creó un Neo Tokyo punk y post apocalíptico que sigue reverberando en nuestra educación audiovisual (Mad Max) y la fuerte crítica que ambos terminan haciendo de nuestra condición.

Los seres humanos no somos animales capaces de adaptarnos a la naturaleza, somos más parecidos a un VIRUS que a otras especies. Creamos colonias que se expanden y someten su entorno. La naturaleza a la que solemos referirnos de manera tan patética/poética ya no existe. Y es aquí cuando cito a personas como Brassiere y Thacker. Lo de hoy es la especulación, el ultraconsumismo y la melancolía crónica que nos acompaña en el metro, cuando cogemos, cuando comemos y en lo que cagamos, que también es producto de todo nuestro potencial creativo.

Hace medio año descubrí a METZINGER a través de mi director de tesis. El libro con que me lo presentó se llama El túnel del ego. En sus páginas descubrí con horror una propuesta filosófica que en gran medida me volvió la nihilista hipócrita que soy el día de hoy. Mientras perdemos tiempo compartiendo imágenes de nuestras ficciones, haciendo perfiles de usuario y tratando inútilmente de definir la mejor versión de nosotros mismos, de crear nuestra "identidad", en realidad nuestro origen resulta más burdo y menos romántico. No somos sino un ejemplo eterno de conectividad neuronal. No existes, ni tú, ni yo. No hay tal cosa como un mini yo dentro de ti que sienta y disfrute del mundo y de las cosas. ¿Te acuerdas de Matrix? Bueno, sorpresa. Pero no te emociones, nosotros no podemos volar. No somos sino la consolidación de información que nuestro cerebro computa cada segundo, o millonésima de segundo o n representación temporal que decidimos adoptar como real. No existimos, pero por otra parte, creamos un mundo en el que sí.

MÉXICO siempre ha sido de una u otra manera un eje referencial en mis proyectos. Pero irónicamente, vivir lejos del país influenció de manera definitiva mi forma de concebir el arte y mi relación con mi propio trabajo. Es irónico e incluso algo vergonzoso de aceptar, pero no fue sino hasta haberme enfrentado a otra cultura que entendí lo que significaba provenir de un país específico, ser mestizo, ser artista y ser mujer. Básicamente estar marcado por un bagaje cultural concreto. Todas y cada una de las cosas que alguna vez di por sentadas se desintegraron como se desintegra la sal en aceite hirviendo, pero la certeza que vino con este proceso de aprendizaje terminó irrevocablemente impresa en todos mis proyectos.
Llanamente, considero que la MERCADOTECNIA es más una herramienta que si bien puede ser usada de manera continua como un vínculo potencialmente promotor, idealmente no debería reducirse a su accesibilidad mercantilista.
El mundo del arte es mucho más genérico de lo que pensamos. Pero lo cierto es que el drama del arte va más allá del hacer disciplinario. Es en realidad en los CONTENIDOS de un proyecto que uno puede ver la relevancia de nuestra existencia en sociedad. He visto trabajo fundamentalmente conceptual que pretende hacer crítica del vórtice consumista en que vivimos inmersos y termina haciendo anotaciones tibias sobre lo mundano, y en oposición también he visto trabajo académico técnicamente increíble pero inocuo. Esto pasa tanto en la capital mexicana como en Nueva York, Berlín o Tokio. Sin embargo, habiendo transitado unas cuantas geografías, encuentro que abundan más las personas comprometidas con procesos honestos que han superado ya el deber ser del arquetipo artista. He tenido el placer de presenciar procesos de personas comprometidas con la actualización de nuestro rol en sociedad y cuya voz podría influenciar de manera positiva espacios de intercambio cultural que no son exclusivos del circuito artístico. Intercambios en los que yace también un potencial de transición social en pro de los derechos humanos. Esta es la facción del arte en la que aún creo.





Todas las imágenes: Cortesía Laila Torres Mendieta
Las rabiosas (2012), still de animación digital
Tiger Kata (2012), still de animación digital
Crear un mundo/R’lyeh + Destruir un mundo/Carta de amor a la madre + Imaginar un mundo/El seseo de Dhamballah (2016), stills de video
Autorretrato (2016), técnica mixta + El salto del tigre (2012), óleo y acrílico sobre papel
Sueño (2016), técnica mixta

Agua, cuerpo, nado · César Rangel


San Francisco Tlalnepantla, Xochimilco, es el espacio geográfico donde César Rangel elabora su obra visual: un conjunto de piezas minimalistas cargadas de significados profundos. En este dossier, el artista nos habla sobre los procesos creativos que lo mueven a explorar la natación como detonante de experiencias estéticas.

La relación entre mi obra y SAN FRANCISCO TLALNEPANTLA es determinante. El pueblo donde vivo es como una cápsula. Ahí está mi casa y en ella mi taller. A kilómetro y medio está la alberca a la que asisto a diario caminando, porque el nado es un factor crucial en mi trabajo. Podría decir que las características tangibles e intangibles del lugar y lo que implica vivir ahí, aparecen sin velo en mi obra.

EL AGUA, EL CUERPO Y EL NADO han sido nociones fundamentales en los últimos cinco años. No obstante, entre 2014 y 2015 han perdido centralidad, mas no permanencia. Creo que podría relacionar cualquier cosa, cualquier tema a estos tres elementos.


Trabajo en proyectos que tienen principio y fin, pero que conservan el potencial de dialogar continuamente. Esto último incluso lo propicio. Tengo una METODOLOGÍA RECURRENTE, suelo trabajar por series cortas (15 piezas a lo sumo) y multidisciplinarias sobre determinado tema. Todas propician siempre una inercia que me lleva continuamente a sitios desconocidos pero con directrices claras sobre lo que hay que hacer. Ahora trabajo sobre un relato mesopotámico contenido en la epopeya de Gilgamesh, el de Utnapishtim, personaje que pasa a la tradición hebrea como Noé. Su historia está pletórica de imágenes potentísimas, y es esa potencia iconográfica e iconológica la que me interesa explorar.




Las TÉCNICAS para abordar esto van surgiendo desde una tradición personal [pintura, escultura, dibujo, imágenes digitales] y todo aquello que veo, registro y aprendo consciente e inconscientemente. Tengo un guión esbozado, pero el curso se va dando con poca intervención mía.

Ahora mismo, con el proyecto de Utnapishtim, voy a nadar temprano y a las diez de la mañana ya estoy en el taller prácticamente enclaustrado. Salgo poco, sólo cuando es necesario para atender algunas cosas. Estas salidas obligadas resultan a menudo determinantes en el proceso del proyecto. Mientras trabajo, escucho documentales en YouTube. Ayer escuché uno de la serie "Cosmos" de CARL SAGAN y eso también asoma en el resultado.


Me interesan muchas DISCIPLINAS CREATIVAS. Ahora mismo, la astrología y la astronomía, la alquimia y la química. Creo que nada cuanto existe está aislado. Cuando el pensamiento enfoca algo "específico", inevitablemente abarca la totalidad. El pensamiento mítico-religioso antiguo afirma que las formas son un todo y ese todo es cada una de las formas. De tal suerte, el nado, el acto de transitar a vaivenes en una alberca, supone en mi trabajo el elemento catalizador para pensar, nombrar y dotar prácticamente a cualquier cosa de una realidad—cuanto más imposible, mejor.



Todas las imágenes: Cortesía del autor.

Vivientes (1 de 2). Impresión digital sobre papel fabriano. 21 x 34 cm. 2015

Inanna. Archivo digital. Medida y soportes variables. 2015

Ciervo-lluvia. Dibujo sobre papel fabriano. 2015

Inanna. Archivo digital. Medida y soporte variables. 2015