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Mórbido terror · Sergio Aguilar





Sergio Aguilar (Mérida, Yucatán, 1992) es comunicador social y tiene un Máster en Políticas y Proyectos Culturales por la Universidad de Zaragoza. Desde 2010, ha sido coproductor del Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror Mórbido Mérida. Ahora nos comparte sus ideas.


CINEFILIA, CRÍTICA, ANÁLISIS

Para apreciar el cine no se necesita nada más que asumirse como un sujeto que disfruta ver cine. No conozco a alguien que diga que no le gusta el cine ni ver películas, a menos que no sea humano. Asimismo, cualquiera puede ser un crítico de cine, recordando que la crítica de cine es una opinión legitimada. En ese sentido, nuestros amigos y padres son tan críticos como cualquiera que aparece publicado en periódicos, pues en ambos casos solo es una opinión personal la que se emite sobre una cinta. La enorme diferencia es que X persona sí aparece publicada en un medio y nuestros amigos no, lo que le da a la persona X un aura de sujeto-de-supuesto-saber. Pero creer que es un sujeto-de-saber sería un error, como creer que las noticias no son un extracto mediado de la realidad objetiva sino LA realidad objetiva. Nos gusta pensar que si alguien aparece en una publicación como crítico de cine, es porque se trata de una persona preparada, especializada en el medio y que expone una opinión aparte de las decisiones personales o contratos comerciales que tenga el medio. Una total utopía aquí.

Por último, un análisis de cine es una actividad mucho más profunda e intelectual, pues consiste en sacar conclusiones de una película tras un proceso metodológico y teórico riguroso. Es someter la cinta a una revisión para exponer el mensaje oculto. Esto no es sinónimo de ver una confesión del alunizaje falso del Apollo 11 por el suéter que un personaje usa (como un grupo de discípulos repiten obsesivamente sobre El resplandor, de Kubrick). Incluso las películas más "tontas" (entre comillas, pues pueden ser todo menos tontas) como Blancanieves y los siete enanitos pueden ocultar un mensaje tan complejo, encriptado y laberíntico como Terciopelo azul (una de las más importantes obras de David Lynch).

MÓRBIDO MÉRIDA: INICIOS

A principios de 2010 conocí a Pablo Guisa Koestinger, el director de Mórbido. El festival llevaba dos ediciones en Tlalpujahua, Michoacán, y preparaba su tercera edición, en paralelo con su primera presentación en Oaxaca. Al preguntarle si había planes de traerlo a Mérida, ya que no había ningún evento de ese tipo, me ofreció reunirnos a platicarlo. Al terminar la charla de trabajo, yo era el productor del evento. Unos meses después se sumó mi socio, Kevin Manrique Cámara, y ahora estábamos a cargo de hacer el que en ese tiempo fue el único festival de cine de la ciudad.

Tenía hambre de ver un proyecto de cine verdaderamente alternativo. En ese entonces La68, el proyecto que estuvo a cargo de Paula Haro y Lorenzo Hagerman y que desafortunadamente terminó en 2015, llevaba apenas dos años. Quería sumarme a ese esfuerzo por traer una oferta distinta de películas a la ciudad. También había mucha incertidumbre: ¿realmente había interés de la gente que vive en Mérida por ver películas de terror?

PÚBLICO-META


El público meta, y el que según unos sondeos y encuestas que hemos realizado es el que efectivamente asiste, son jóvenes de 18 a 30 años. Planeamos las actividades para ellos pues creemos que están ávidos de actividades culturales alternativas, más allá de la oferta infantil o folclórica yucateca. Están en el centro histórico buena parte de su tiempo libre, y creemos que al menos durante 4 días al año, capturamos su atención para que seamos considerados como un excelente lugar para pasar películas y una oferta distinta. De todos modos, siempre nos alegra ver gente de mayor edad o de la tercera edad en las películas, así como niños en nuestras funciones infantiles.
En ocasiones, la respuesta del público yucateco ha sido difícil de medir, pero positiva en la mayoría de los casos. El éxito en números (cantidad de asistentes) de las primeras dos funciones del festival demuestra que en Mérida había un enorme interés por más y más actividades y por el cine de terror. Mantuvimos un público que si bien en cantidad disminuyó un poco, en calidad es incomparable, pues son ávidos seguidores del género, de nuestras actividades, diversifican su memoria fílmica y aprecian que lo que hacemos vaya más allá de ver películas (con actividades académicas, de formación e impulso a nuevos talentos).

DIRECTORES

Muchos directores, productores, gente de efectos especiales, actores, investigadores y demás gente de cine ha venido al festival. Particularmente, recuerdo en estos momentos la visita de David Michán, Adrián García Bogliano y Lex Ortega.

David Michán es un joven director de México, y vino en 2012 para presentar su primer largometraje, Reacciones Adversas. El público quedó maravillado con su película, un thriller con aires de Taxi Driver. Hubo química con él en la ciudad, así que al año siguiente, en verano de 2013, en conjunto con Kino UADY lo trajimos a la ciudad a dar un curso de dirección de cine.

Adrián García Bogliano es un prolífico cineasta argentino que radica en México. Lo curioso con Adrián y el festival es que hemos incluido una película suya desde nuestra primera edición (y ni así hemos tenido todo lo que ha producido los últimos 6 años). Es una leyenda entre nuestro público.

Lex Ortega es un cineasta polémico porque trabaja temas de gore extremo. Su primer largometraje, Atroz, lleva como tagline ser la película mexicana más violenta de la historia. Muy probablemente lo es, y causó una oleada de aplausos cuando se presentó en la ciudad en la edición 2015. Cuando traemos a los directores, tenemos una tasa de 20%: es el porcentaje de gente que se queda al finalizar la película para platicar con el cineasta. En Atroz fue al revés: el 80% de la sala se quedó a platicar con él. Hubo comentarios muy negativos y muy positivos, aplausos a cada momento; en redes sociales fue muy evidente el impacto de la película. Es una de las cintas que durante más tiempo van a recordar los asistentes a Mórbido.

Creo que estos tres directores representan la variedad de géneros de terror que traemos (desde thrillers policíacos hasta gore extremo), la juventud que está salvando al terror (un chiste local que tenemos pero que es muy real: hay que salvar al terror), y las ideas nuevas y frescas que hacen películas geniales, con verdaderas aspiraciones creativas y buen recibimiento del público.

CINE ALTERNATIVO

Creo que a partir de la apertura de La 68 en 2008 (como un proyecto a gran escala de positivo impacto en la difusión de cine alternativo), Mérida comenzó a vivir un nuevo florecimiento del panorama cinematográfico. Me gusta pensar que somos parte de ese movimiento, teniendo nuestra primera edición dos años después (2010), junto con propuestas interesantes como Asterisco Cinematográfico (cineclub) y el programa de difusión cinematográfica Kino UADY (de la Universidad Autónoma de Yucatán). Muchos creerían que este panorama y sus actividades se han estancado los últimos dos años. No estoy de acuerdo. Creo que es valioso para la ciudad lo que han conseguido todos esos proyectos. Hay diversificación de oferta y productos (como series web, otros festivales de cine), y el público también se ha profesionalizado.

No obstante, hay proyectos a los que les ha costado adaptarse y evolucionar. No los culpo, a nosotros nos pasa todo el tiempo, nadie nos enseña a tener algo de esta magnitud y responsabilidad. Pero constantemente buscamos la mejora, trabajar como profesionales, exigirnos más para poder exigir más a los otros agentes y a las autoridades, y desgraciadamente, no puedo decir que todos los demás gestores culturales (de cine u otras disciplinas) tengan esa misma actitud. No sé si se necesita más infraestructura en la ciudad, pues no parece haber un incremento real y sustancioso en la profesionalización de gestores culturales, mucho menos entre los que trabajan en la administración pública. Sin embargo, es alarmante la falta de espacios alternativos de exhibición. En Mérida solo hay salas de cine profesionales en el duopolio nacional (Cinépolis y Cinemex) y las salas del Siglo XXI que son del gobierno estatal.

PROBLEMÁTICAS

No existe una presencia de crítica de cine en Mérida per se. Los periódicos de la ciudad, y algunas revistas, tienen escritos sobre películas de estreno (es decir, crítica de periódicos tal cual), pero estos textos presentan graves deficiencias: 1) no son escritos por profesionales, sino por aficionados a las películas; 2) no son críticas por cuanto son puros elogios a películas en cartelera o de anunciantes con quienes hay contratos comerciales, y 3) no tienen el espacio correspondiente como columna en el periódico (digital o impreso), por lo que si de pronto hay que recortar el texto u omitirlo para dar espacio a la homilía católica o al discurso vacío del gobernador, por supuesto que se recorta. Además, quienes escriben crítica de cine suelen caer en ese círculo vicioso: como el periódico no lo paga, no lo considera un trabajo profesional. Como hay quien acepta hacerlo sin cobrar (por un supuesto prestigio de aparecer publicado que ningún periódico en Yucatán merece), el periódico cree que puede seguir haciéndolo así, y que la persona dedicada a hacer crítica de cine a cambio de un beneficio económico es engreída o no conoce la situación económica del medio. Así que la culpa de que no haya crítica de cine es tanto de las industrias periodísticas como de quienes escriben reseñas o críticas de películas. Esto tiene un impacto negativo, por supuesto, en el público, quien no posee las herramientas de apreciación que un crítico debe de ofrecer. En países con una crítica de cine desarrollada, o mínimamente profesional, los críticos son gente sumamente respetada, escriben columnas y forman parte de la planta de colaboradores del diario. Es decir, a siglos y años luz de distancia de Mérida. Por ello, la opción es irse a lo digital, a los espacios propios de cada crítico, o la agrupación en un mismo espacio de distintos críticos.

AUTORES BÁSICOS

Tres libros básicos que considero para entrarle a la teoría, análisis e historia de cine son (y en ese orden creo que sería idóneo leerlos):

Arte cinematográfico, de David Bordwell y Kristin Thompson, un libro que parece texto escolar. Comienza con un apartado sobre el modo de producir películas, luego va desmembrando las partes del lenguaje cinematográfico una a una; está plagado de ejemplos, glosarios, cuestionarios, análisis de secuencias. Al final, tiene un breve apartado de historia del cine. Es un libro que debería de llevarse desde la educación básica, pues formaría a individuos más conscientes y críticos con el cine que ven.

Principios de análisis cinematográfico, de Francis Vanoyé y Anne Goliot-Lété. Explica rasgos básicos de analizar cine, las tareas que hay que emprender antes de analizar películas, los tipos de análisis que existen, etc. Tiene un par de ejercicios de análisis también, para que el lector vaya conociendo el proceso. Es un libro corto, ameno, sencillo de comprender y muy útil.

Understanding Film Theory, de Christine Etherington y Ruth Doughty. Es un repaso por algunas de las principales teorías cinematográficas, hace mención de textos canónicos, tiene casos de estudio y es muy ameno, directo y fácil de comprender. Aún no existe traducción al español, pero se lo recomiendo a quien le interese comenzar en el tema de estudios de cine de modo profesional.

TOP TEN

De todas las cuestiones, ésta es la más difícil. A excepción de la primera que mencionaré, todas las demás están sin lugar particular dentro del grupo, todas son cintas de terror que disfruto. Son importantísimas para entender el género, apreciar mejor el terror y pasar una noche genial muriendo de miedo:

1) El Resplandor, de Stanley Kubrick, mi película favorita. No hay ocasión en que la vea sin encontrarle algo nuevo, es simplemente perfecta.

2) La cabaña del terror, de Drew Godard.

3) El proyecto de la Bruja de Blair, de Eduardo Sánchez y Daniel Myrick.

4) Los Pájaros, de Alfred Hitchcock.

5) Vértigo, de Alfred Hitchcock.

6) Psicosis, de Alfred Hitchcock.

7) It follows, de David Robert Mitchell.

8) Nosferatu, de Friedrich W. Murnau.

9) El gabinete del Dr. Caligari, de Robert Wiene.

10) Al interior, de Julien Maury y Alexandre Bustillo.

SALVAR AL CINE DE TERROR

Es importante salvar al cine. El cine es la mejor prueba de nuestros miedos, fantasías, deseos, de nosotros mismos. Con el cine nos revelamos ante los demás. De ahí su carácter seductor: nos sentimos atraídos a él pues nos sentimos atraídos al lado oscuro del otro y de nosotros mismos. Por ello también su carácter subversivo: al exponer la falsedad del mundo "real", desenmascara la autoridad. Pongo entre comillas "real", porque el mundo en el que vivimos no es menos falso que el de las películas. El cine es creado por el mundo en el que vivimos, pero también el mundo en el que vivimos es creado por el cine. El cine es una bonita presentación de la realidad, pero a veces la realidad es una copia barata de la grandeza del cine. Las películas tienen un poder de seducción con lo que pocas cosas pueden competir, y es por ello que necesitamos protegerlo, fomentarlo, profesionalizarlo. Las políticas culturales deben de voltear hacia él, los gestores culturales necesitan nuevos modos para expresarse gracias al cine.

El cine de terror habla en la superficie de un mal, pero el buen cine de terror habla también del origen del mal y cómo acabar con él. El cine erótico habla de problemas con nuestra sexualidad, pero el buen cine erótico habla también de porqué tenemos una sexualidad frustrada y cómo ayudar a los demás a convivir dignamente. El cine bélico habla del honor de la guerra, pero el buen cine bélico también habla de lo ridículo de un conflicto armado, de cualquier conflicto armado. En resumen, el buen cine ofrece alternativas para cambiar el mundo, como producto cultural del inconsciente colectivo, de la subjetividad autoral. Y es por eso que hay que defender al cine (a través de las políticas culturales) y comprenderlo mejor (a través de los estudios académicos). Solo así se puede salvar al cine.

TENDENCIAS, DIAGNÓSTICO

Creo que el virus del nuevo cine mexicano (el que protagonizó Amores Perros, Y tu mamá también, etc.) ya pasó, al menos hace 5 años que se terminó. El momento estelar que el documental mexicano tuvo durante la década pasada está comenzando a apagarse; el cine de terror mexicano se vuelve cada vez más interesante, y la televisión mexicana está muriendo y dejando un hueco con gran potencial económico que nadie ha querido cubrir. En la actualidad, es cada vez más transparente la línea entre géneros (terror y erótico, comedia y ciencia ficción, drama y cine político), incluso entre ficción y no ficción. Es en estas fracturas de lo que damos por sentado del lenguaje cinematográfico donde podemos y debemos ver nuevas maneras de acercarse a los (nuevos) públicos.


Hay que evolucionar a medios más interesantes y narrativas más atrevidas. Yo soy fiel discípulo de Netflix: en muchos sentidos, nos ha enseñado que hoy se pueden hacer cosas cada vez mejores. Sus producciones originales hacen evidente la fracturada y caduca idea de la diferencia entre cine y televisión. En ese sentido, los cineastas mexicanos deben apostar por ese tipo de contenidos, que vayan más allá de vistas en redes sociales, que se alejen de recetas preestablecidas, sobre todo cuando ya han demostrado talento. Quien pretenda continuar trabajando solo para la ciudad no es que sea un mal artista, ingenuo o miope, pero es obvio que solo será eso: "un artista de Mérida", jamás tendrá un nombre que suene realmente, que tenga el impacto global que hoy es tan fácil de tener (en comparación con hace 20 años). Por ello es tan importante la profesionalización en gestión cultural y la formación desde temprana edad para apreciar correctamente el arte y la cultura locales. Esto no significa dejar de lado las manifestaciones autóctonas, pero así como existen institutos descentralizados, departamentos en dependencias culturales y muchas agrupaciones y organizaciones que se preocupan por este asunto, también debe de haber quienes se preocupen por talentos universales en lo local, que puedan ser vistos, apreciados, comercializados y valorados más allá de la ciudad, el estado o país.





Fotogramas:
It Follows (2014), David Robert Mitchell
The Blair Witch Project (1999), Daniel Myrick + Eduardo Sánchez
The Cabinet of Dr. Caligari (1920), Robert Wiene
The Shining (1980), Stanley Kubrick
Imágenes Mórbido: Cortesía Sergio Aguilar




Horror y melancolía · Laila Torres Mendieta


A través de la multidisciplina, Laila Torres Mendieta (Ciudad de México, 1986) integra un cuerpo de obra que reflexiona sobre la violencia física y el horror cósmico. La artista visual cuenta con una maestría en Artes por el Dutch Art Institute, y en este dossier nos comparte sus procesos creativos.

Hace unos ayeres platicábamos sobre el mismo tema, ¿te acuerdas? Uno se va del país lleno de esperanzas. Escupes al viento y no dejas ni tres pesos para el pasaje, creyendo que vas a revolucionar al mundo, siempre teniendo las mejores intenciones. Cuando salimos al mundo lo hacemos con una dulcísima ternura, somos ingenuos. Creemos todo y queremos todo. Creo que la experiencia más relevante por contar es que justo fue eso, ingenuidad, lo que dejé atrás. No soy diferente de muchos artistas de mi generación, hay una constante en la forma en que desarrollamos y presentamos proyectos y que parte precisamente de las transiciones globales con las que crecimos. Por una parte, materialmente hablando, los MILLENNIALS respondemos a una metamorfosis fundamental en telecomunicaciones y tecnologías de vanguardia que han impactado de manera definitiva, no solo cómo vemos al mundo, sino cómo nos relacionamos unos con otros (en escala mundial). En la estructuración tanto de nuestros discursos como en la encarnación de los mismos se anticipa una creciente conciencia política mucho más reactiva, pero igualmente versada. También se vislumbran lucubraciones que intentan cifrar nuestro tiempo, nuestros fracasos y los delirios de futuro que plagan nuestra imaginación. Al respecto, las herramientas que utilizamos se han diversificado y en su obvia actualización siguen polarizándose.
Aunque el debate entre arte conceptual y arte académico permanece considerablemente vigente (donde la pintura parece ser una inagotable fuente de inspiración), dicha disyuntiva está muy superada. En mi caso, el proceso de desarrollo de proyectos se ha vuelto mucho más similar al trabajo de un CARTÓGRAFO. Las especificidades disciplinarias del mismo no son sino contingencia de dicho mapeo. Tiene que haber una suerte de diálogo entre todos los elementos de un proyecto (referentes, intereses, educación, problemáticas, etc.) para que el resultado sea coherente con las ideas que se pretenden comunicar. Actualmente he estado trabajando con video, dibujo, performance y ensayo creativo y no podría señalar alguno como primigenio o más relevante que otro. Cada uno ofrece un potencial de hallazgo y, en ese sentido, la estética global de cada proyecto depende de la forma en que trabaje cada uno. Ahora bien, lo que respecta a difusión de mi trabajo, creo que soy pésima. Para mí es mucho más importante trabajar obsesivamente en algo que necesito comprender que anunciarlo a todo mundo por pobre que parezca. Y pasando al tema de las ideas, justo ahora estoy metida en un embrollo que no logro descifrar por completo. Tiene que ver con horror cósmico.

Bueno, ahora que dije HORROR CÓSMICO habrá que intentar explicarse. El tema puede rastrearse en los escritos de H. P. Lovecraft o incluso en filósofos como Schopenhauer, quienes cuestionaban de alguna manera nuestra relevancia en una escala precisamente cósmica. La filosofía del horror, así pues, representa esencialmente los límites de nuestra cognición; es decir, los límites del conocimiento humano. Este tipo de horror encarna el abismo en el que no existimos, la absoluta negrura a la que no le importamos. Supongo que discursivamente me interesa la relación entre ficción y filosofía como forma de ejercicio intelectual y crítico en torno al hacer artístico. En este sentido, las narrativas que intervienen en nuestro entendimiento del mundo, de nuestras relaciones con otros y, especialmente, el entendimiento de nosotros mismos. Tomo abstracciones como cognición, vacío y destrucción para crear un paralelo audiovisual cargado del conocimiento pop y la hibridación cultural que marcó mi generación.

Escribir es parte vital de todo proceso creativo. De manera tradicional uno podría decir que los artistas se definen exclusivamente por la materialidad de sus trayectorias. Pero, personalmente, considero esta postura bastante reduccionista. El EJERCICIO ENSAYÍSTICO es básico en su función de aclarar el sentido de un proyecto, las intenciones de nuestro trabajo. Es indispensable saber escribir para entender personalmente qué pretendemos comunicar al otro. He escuchado infinidad de veces la frase: toda buena obra de arte debería poder hablar por sí sola. Pero siendo completamente racionales, el circuito del arte sigue siendo considerablemente elitista y autorreferencial. Escribir es un ejercicio que previene actitudes gregarias. Si bien es cierto que el hacer artístico usualmente responde a particularidades propias de la estética, teoría o filosofía, también lo es que el tiempo ha dejado su marca en la historia del arte. Nuestros proyectos necesitan actualizarse para seguir siendo relevantes en las sociedades en las que existimos y escribir no es sino otra forma de instrumentalizar inferencias culturales.

Soy como corriente océanica, bien errática. Tengo algunos problemas de disciplina. Usualmente mi trabajo depende más de serendipias que de un proceso metódico de ejercicio y error. Aunque también sería injusto decir que toda mi producción es obra de eurekas y que nada tengo bajo control. En realidad, el desarrollo de mis proyectos se ve profundamente afectado por el contexto en el que me encuentre, por la materialidad del mismo y la relevancia del planteamiento discursivo. Hace no mucho terminé una maestría cuya médula era profundamente teórica y crítica. El efecto de esta "pausa productiva" tuvo reverberaciones a las que aún trato de dar sentido. Pero no hacer cosas no significa mantenerse estático. El alto rendimiento intelectual del programa me forzó a desmantelar por completo todo lo que yo daba por hecho sobre lo que significa "ser una artista". Para mí, todo esto del PROCESO CREATIVO es más bien un proceso de entendimiento que integra varios elementos y es tan complejo como tratar de definirse a uno mismo sin valerse de todas las etiquetas legadas por generaciones. Antes, como muchos otros, solía creer en la muy supercherista idea de que los artistas poseemos un don para crear cosas, pero lo cierto es que la única diferencia entre un artista y cualquier otra persona es el espacio tan privilegiado que tenemos para pensar sobre nuestro entorno y hacer comentarios al respecto.

Hay 3 autores que adopté por INFLUENCIA directa de mis profesores de maestría: Ray Brassier, Thomas Metzinger y Eugene Thacker, y 3 más por influencia de colegas: Katherine Hayles, Thomas Ligotti y Don De Lillo. Por otra parte, los que siempre me han acompañado son Katsuhiro Otomo, David Cronenberg y Grace Jones. Como muchos, hay millones de cosas que me obsesionan y personas que inspiran la forma como quiero construír mi propia carrera. En términos pop, Grace Jones y una parte importante de la escena musical de los 80’s significaron un coqueteo muy interesante con la experimentación audiovisual, las melodías cursis de sintetizador y el drama emocional aderezado por performances que rayaban en lo teatral. Ay, el drama... Este tipo de ritmos (especialmente los de Jones) significaron una variante narrativa no solo en cuanto a formas de contar historias, sino al potencial que tenía esta mezcla de sonoridad e imagen que hacía las veces de paisaje atmosférico. Al respecto, Cronenberg es justo un maestro en atmósferas y en quien siempre pienso cuando quiero hablar sobre corporeidad. Long live to the new flesh! La alienación humana a partir de la cosificación corpórea: otra vez, lo in-humano. Como el visionario Otomo, quien creó un Neo Tokyo punk y post apocalíptico que sigue reverberando en nuestra educación audiovisual (Mad Max) y la fuerte crítica que ambos terminan haciendo de nuestra condición.

Los seres humanos no somos animales capaces de adaptarnos a la naturaleza, somos más parecidos a un VIRUS que a otras especies. Creamos colonias que se expanden y someten su entorno. La naturaleza a la que solemos referirnos de manera tan patética/poética ya no existe. Y es aquí cuando cito a personas como Brassiere y Thacker. Lo de hoy es la especulación, el ultraconsumismo y la melancolía crónica que nos acompaña en el metro, cuando cogemos, cuando comemos y en lo que cagamos, que también es producto de todo nuestro potencial creativo.

Hace medio año descubrí a METZINGER a través de mi director de tesis. El libro con que me lo presentó se llama El túnel del ego. En sus páginas descubrí con horror una propuesta filosófica que en gran medida me volvió la nihilista hipócrita que soy el día de hoy. Mientras perdemos tiempo compartiendo imágenes de nuestras ficciones, haciendo perfiles de usuario y tratando inútilmente de definir la mejor versión de nosotros mismos, de crear nuestra "identidad", en realidad nuestro origen resulta más burdo y menos romántico. No somos sino un ejemplo eterno de conectividad neuronal. No existes, ni tú, ni yo. No hay tal cosa como un mini yo dentro de ti que sienta y disfrute del mundo y de las cosas. ¿Te acuerdas de Matrix? Bueno, sorpresa. Pero no te emociones, nosotros no podemos volar. No somos sino la consolidación de información que nuestro cerebro computa cada segundo, o millonésima de segundo o n representación temporal que decidimos adoptar como real. No existimos, pero por otra parte, creamos un mundo en el que sí.

MÉXICO siempre ha sido de una u otra manera un eje referencial en mis proyectos. Pero irónicamente, vivir lejos del país influenció de manera definitiva mi forma de concebir el arte y mi relación con mi propio trabajo. Es irónico e incluso algo vergonzoso de aceptar, pero no fue sino hasta haberme enfrentado a otra cultura que entendí lo que significaba provenir de un país específico, ser mestizo, ser artista y ser mujer. Básicamente estar marcado por un bagaje cultural concreto. Todas y cada una de las cosas que alguna vez di por sentadas se desintegraron como se desintegra la sal en aceite hirviendo, pero la certeza que vino con este proceso de aprendizaje terminó irrevocablemente impresa en todos mis proyectos.
Llanamente, considero que la MERCADOTECNIA es más una herramienta que si bien puede ser usada de manera continua como un vínculo potencialmente promotor, idealmente no debería reducirse a su accesibilidad mercantilista.
El mundo del arte es mucho más genérico de lo que pensamos. Pero lo cierto es que el drama del arte va más allá del hacer disciplinario. Es en realidad en los CONTENIDOS de un proyecto que uno puede ver la relevancia de nuestra existencia en sociedad. He visto trabajo fundamentalmente conceptual que pretende hacer crítica del vórtice consumista en que vivimos inmersos y termina haciendo anotaciones tibias sobre lo mundano, y en oposición también he visto trabajo académico técnicamente increíble pero inocuo. Esto pasa tanto en la capital mexicana como en Nueva York, Berlín o Tokio. Sin embargo, habiendo transitado unas cuantas geografías, encuentro que abundan más las personas comprometidas con procesos honestos que han superado ya el deber ser del arquetipo artista. He tenido el placer de presenciar procesos de personas comprometidas con la actualización de nuestro rol en sociedad y cuya voz podría influenciar de manera positiva espacios de intercambio cultural que no son exclusivos del circuito artístico. Intercambios en los que yace también un potencial de transición social en pro de los derechos humanos. Esta es la facción del arte en la que aún creo.





Todas las imágenes: Cortesía Laila Torres Mendieta
Las rabiosas (2012), still de animación digital
Tiger Kata (2012), still de animación digital
Crear un mundo/R’lyeh + Destruir un mundo/Carta de amor a la madre + Imaginar un mundo/El seseo de Dhamballah (2016), stills de video
Autorretrato (2016), técnica mixta + El salto del tigre (2012), óleo y acrílico sobre papel
Sueño (2016), técnica mixta

Metrópoli · Camilo Pérez Aguad



Metrópoli no es un pájaro, no es un avión, no es Superman. Pero Metrópoli sí es un domingo 7, una tontería, un comentario inapropiado: se trata de un conjunto de obras que desea dislocar el orden predeterminado del tiempo y espacio. En pocas palabras, Metrópoli son solo unos dibujos.

Comencé en las artes visuales al obtener una pequeña beca para asistir al estudio del artista Miguel Melcóm, quien me introdujo al AUTOMATISMO. Esos tres meses dieron como resultado una serie completa de trabajos que, poco después, conformaron mi primera exposición individual, Bestiario. Todo ocurrió en Argentina, en los años 90’s, y fue mi primer logro personal en las artes visuales.

EL CÓMIC Y EL POP son de los medios más eficientes de comunicación. Su idea principal es llevar a un nivel creativo lo cotidiano. Se trata de experiencias hechas de y para la calle. La calle es de todos—y no hay muchísimos espacios con esta cualidad.

En cuanto a mis referencias, el cómic BLACKHOLE de Charles Burns es un buen ejemplo. La obra gira alrededor del antes y después de la primera experiencia sexual y los aterradores alcances de una decisión personal. Coito Ergo Sum. La historieta resulta una mención importante de las actuales relaciones sentimentales y sus conflictos emocionales.

Mi obra reciente es un retorno a las cuestiones básicas. Un intento de emancipar y dislocar el orden predeterminado del tiempo y el espacio. METRÓPOLI es una solución imaginaria a estos reveses. La muestra en exhibición consta de una serie de 10 impresiones digitales y se exhibe en el Centro de Cultura Romita (Plaza Real Romita #28, Col. Roma Norte, Del. Cuahutémoc, Ciudad de México) del 15 al 29 de abril del 2016. Se podrá visitar de lunes a domingo de 9 AM a 9 PM.

Mis IDEAS CREATIVAS germinan en el proceso de tomar conciencia de mi persona. En este desarrollo son fundamentales mis relaciones familiares, los amigos, el intercambio laboral, etc.

Históricamente, LA CULTURA HA ESTADO POSPUESTA POR EL PODER, con sus crisis de mayor o menor intensidad. Es una situación que perdura hasta la actualidad. Aun así, el arte y la política tienen un lugar común, son imágenes o ideas que sustituyen la realidad. Los surrealistas supieron entender y aprovechar esta condición. Con el paso del tiempo, involuntariamente el sistema ha integrado y asimilado a su favor la misma circunstancia. ¿Acaso no es "Gaviota" la esposa del presidente mexicano?

El MURALISMO fue una comunión inteligente entre el estado y la cultura, o al menos afortunada. De esa unión se ha perpetuado entre los mexicanos la conjetura de lo importante y provechoso de la creación artística. Sin embargo, lejos de mis intereses personales está el introducirme a la política, unirme a la religión o integrarme al mainstream. Todos somos excepciones.

Durante los años 80’s eran ilícitos los CONCIERTOS DE MÚSICA bajo el criterio de una ley ridícula que prohibió durante años las conglomeraciones y concentración de personas en un solo lugar, aunque fuera en un concierto. En los 90’s, el reunirse y aparecer colectivamente en las tocadas de rock fue trascendental para después manifestarse en la calle por consignas políticas.

Las CONTRADICCIONES dentro del sistema siguen existiendo y hay que aprender a aprovecharlas. La propaganda oficial para promover la lectura, las aparatosas cirugías de senos y glúteos tan de moda, el estilo de vida sana impuesto de manera hegemónica—entre otras elocuentes imágenes—son muestras tangibles del deterioro de la cultura a manos del sistema.

Viendo en retrospectiva, me doy cuenta que todavía pasarán muchos años más para que mi trabajo encuentre y promueva sus propias MEMORIAS. Según mis propios cálculos, espero dejar de estar angustiado a este respecto en aproximadamente unos 10 años.








Todas las imágenes: Cortesía Camilo Pérez Aguad

Gráfica Digital // Serie de 10 imágenes impresa a pedido –CtPrint– en papel // 61 cm x 81 cm // México, 2016