Cuando las luces aparezcan · Roberto Abad



Cuentos distribuidos en mitades simétricas y extrañas, en todos los sentidos.
Roberto Abad, autor de Cuando las luces aparezcan, nos despeja varias dudas.

Publicación
He pasado por una serie de emociones que en su mayoría es positiva. Pasaron cinco años desde mi primer libro y había perdido de vista cómo era esa interacción que se genera en torno a la obra; quizás es que soy medio distraído. En suma, me siento contento porque creo que pese a las condiciones de la pandemia, que son adversas más en unos contextos que en otros, mis cuentos han tenido muy buen recibimiento tanto por lectores que suelen leer literatura fantástica usualmente como por aquellos que han decidido darle una oportunidad recién a este género. Pienso que incluso al libro le ha "beneficiado" de alguna manera el que saliera en este momento de la historia del mundo que, en un inicio, se comparó con un escenario de ciencia ficción (me sigue pareciendo algo soso el comparativo).

Coordenadas
Pienso que mi escritura tiene una raíz muy clara en cuanto a la exploración que intenta de lo sobrenatural. Esta búsqueda se relaciona, desde mi punto de vista, con la tradición latinoamericana, que fue muy importante en mis inicios de lector. Encontrar los cuentos de Bioy Casares, Cortázar o Amparo Dávila, o los que vienen en esa gran antología del cuento extraño, compilada por Rodolfo Walsh, fue un acontecimiento y les tengo un gran cariño. A su vez siempre me ha interesado el contrapunto del realismo norteamericano. Cuentos como los de John Cheever o Flannery O'Connor, o más recientemente Lorrie Moore, han marcado mi forma de ver la escritura. Y, por tanto, hay valores de esta narrativa que trato de poner en práctica, como la tensión o los acercamientos profundos a la psicología de los personajes. Lo hago pero sobre un telar fantástico o de ficción extraña. Es curioso que me sienta atraído por el realismo para contar historias sobrenaturales. Ana Blandiana, otra de mis predilectas, dice que lo fantástico no se opone a lo real, sino que constituye su extensión más llena de significados. Estoy de acuerdo. Siento que esas dos tradiciones han llevado el cuento muy lejos y me interesa pensarlas desde adentro.

Imaginario
En lo que escribo están muy presentes el cine y la música. El cine es una de mis actividades favoritas, me nutro mucho de él e intento ver de todo, especialmente terror porque me causa un placer muy similar al que surge en algún momento de la escritura. En ese sentido, directores como David Lynch, Theo Angelopoulos o Lucrecia Martel me han mostrado varias formas de escritura.

La música me acompaña desde chico. Crecí con instrumentos musicales a mi alrededor. Cuando escribo, me guío por el sonido y el ritmo. Me gustan las historias que aprovechan estos elementos.

Tengo un apego al cuento que no siento con ningún otro género. Siempre me ha obsesionado. Mis referencias en ese sentido suelen ser de autores que lo practicaron o que hicieron algún relato genial. Por ejemplo, vuelvo constantemente a Inés Arredondo, que fue una de las grandes cuentistas mexicanas de siglo XX. También regreso a Chéjov cada tanto, porque supo resolverlo todo.

Diálogos
Lamberti forma parte de una generación de escritores argentinos que leo con mucha emoción. Además de él, puedo mencionar a Falco, Enriquez, Schweblin, Harwicz, entre otros que seguro se me están pasando. Me siento muy identificado con la imaginación inquietante de estos autores, y con la manera en que han sabido leer, reinterpretar y cuestionar obras canónicas del género. Así que, definitivamente, hay cierto diálogo con esa literatura, que a su vez tiene resonancias de la tradición norteamericana.

Amat Escalante no me gusta mucho. Me desespera, y eso que aguanto bastante las escenas lentas. Así que mejor me quedo con Lamberti.

Sobre lo unheimlich, me parece que todos los que intentamos hacer literatura fantástica sentimos en algún momento una suerte de fervor por el ensayo de Freud, en el que desentraña ese término y te da algunas luces sobre lo siniestro. Aunque con el tiempo uno toma distancia o se encuentra con otros acercamientos teóricos, para mí sigue siendo un referente.

Proceso
Tengo temporadas en las que siento una gran atracción por ciertos temas. Digamos: el bosque, el agua, la oscuridad. Suelen ser muy genéricos, lo cual me da la oportunidad de abarcar otros tópicos sin dejar que se pierda el principal. Esto me ayuda a ordenar un poco el proceso y encaminar las historias. Así pasó con estos cuentos. Me sentí tentado a escribir sobre extraterrestres y me vi de pronto investigando, leyendo, releyendo, repasando las películas que vi de niño, tratando de rascar en mi pasado–siempre me apasionó–, y preguntándome desde dónde iba a entrarle a este tema que es en sí un subgénero. Hay tanto y tan bueno, que basta un clic para descubrir libros importantes. Al principio me cohibió, pero no dejé de escribir y poco a poco me fui dando cuenta de que era un asunto más personal de lo que creía.

Familia
Mantengo una conexión especial con Historia sobre mi familia, cuento que abre el libro. Y es que quizá se trata del relato donde pongo más de mí, de mis vivencias, cosa que suelo evitar, no me gusta ese tipo de literatura que te expone. Sin embargo, creo que siempre hay elementos útiles para la ficción. Es cierto que a mi padre le dio un derrame cerebral cuando yo era niño; fue muy complejo darle una explicación en esa época al hecho de que de un día para otro él dejara de ser quien era, del tal modo que crecí con una serie de cultivo de misterios que me hicieron tener que asumir que en todas las historias existe un vacío.

Géneros
Aunque era tentador hacer homenajes y guiños a los grandes maestros de esta literatura–algo muy común en nuestro país–, preferí integrar algunas referencias culturales que habían sido vistas con un dejo de inferioridad o que pertenecían a otros ámbitos no necesariamente literarios. Me gusta la idea de que cualquiera pueda entrar en una casa y sentirse cómodo sin tener que saber de qué están hechos los muros. También me gusta que los relatos pierdan esa distinción entre un género y otro. Claro que es algo que le debo al descubrimiento de la ficción extraña, donde hay una consigna implícita: haz lo que te dé la gana. Varios de mis cuentos obedecen este principio, y quizá por eso existen esos contrastes de atmósferas y de tonos, y entonces puede haber ciencia ficción y terror, o fantástica y noir a la vez.

PostCovid-19
No tengo una noción exacta de cómo cambió el panorama editorial. Para mí siempre ha sido difícil tener condiciones para escribir y publicar, y no soy para nada el peor caso. Yo veo siempre corriendo a mi editor, y él me dice que está apurado. Creo que en un inicio de la pandemia pudo ser más complicado, pero ahora hay nuevas dinámicas. Dudo que desaparezcan las presentaciones virtuales como forma de promoción. En cuanto a las publicaciones, no lo veo tanto como un filtro darwiniano. No sé, creo que ahora hay más espacios que nunca para publicar un texto, claro que también tienen que ver las expectativas de uno.

Ebook
Por supuesto, no salir a la calle nos impedía visitar las librerías, y entonces emergió el ebook como un aliado seguro. Pero también se abrieron muchas oportunidades para el podcast y el audiolibro. Creo que ahora muchos de nosotros estamos al tanto de las plataformas donde se suelen escuchar este tipo de materiales. Pienso que es positivo el que existan otros formatos. El siguiente paso, a mi parecer, es cómo hacer que sean más accesibles para todos los públicos.

Desafíos
Para mí el principal desafío para escribir es escribir. Llegar a ese momento en el que te sientas y dices OK, lo voy a hacer me resulta ya un logro. Quizá lo digo porque siempre estoy quitándole horas al resto de mis actividades para poder hacerlo. Me lo reprocho. También he pensado que en realidad se escribe cuando no tiene que escribirse, eso me funciona. Ahí encuentro un poco de consuelo.

Paraíso Perdido
Hemos encontrado una buena correspondencia. Mantenemos una dinámica muy flexible y abierta a las propuestas. Me gusta mucho que exista esa apertura. Tuve la posibilidad de elegir la ilustradora de la portada, que es Jimena Estíbaliz, y en general me sentí parte del proceso de edición. Creo que las editoriales independientes tienen una mejor recepción de escrituras diferentes, que salen de las tendencias, y Paraíso Perdido se está identificando por eso.

Teaser
Casi todo el tiempo estoy reescribiendo cosas, y releyendo. Ahora estoy con un proyecto de cuentos extraños, algunos de terror, otros no sé bien cómo clasificarlos, pero en todos hay angustia. Creo que son solo tramas inquietantes.


Roberto Abad. Cuernavaca, Morelos, 1988. Escritor y músico. Egresado de la Licenciatura en Ciencias de la Educación (UAEM). Ha publicado en diversas antologías y medios nacionales e internacionales; varios de sus microrrelatos fueron traducidos al francés y al portugués. Su libro de cuento brevísimo Orquesta primitiva fue publicado en 2015 por el Fondo Editorial Tierra Adentro. En 2018, ganó el XI Premio Nacional de Narrativa «Ramón López Velarde» por su libro Cuando las luces aparezcan. En 2019, fue becario de la f.l.m., en el área de narrativa. Coordinó el proyecto Breve manual del libro fantástico (UAM Cuajimalpa, 2020).

Edición de textos: Christian Núñez · Imágenes: Cortesía del autor


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