Cien caballos en el mar · Alfonso López Corral



Alfonso López Corral desgrana los principales mecanismos narrativos
que componen Cien caballos en el mar (Paraíso Perdido, 2017).


SONORA EN LA FICCIÓN
Sonora es el lugar donde transcurren los cuentos y por eso los personajes batallan la distancia, levantan el polvo que nunca termina de asentarse en las calles de barrial, padecen el calor y el sol, se pierden en el linde semidesértico, con el cielo rojo del atardecer que parece que lo ensancha, se suben a la sierra para cambiar de horizonte; pienso que el paisaje es la base que me permite perfilar su modo de hablar y de hacer las cosas, de llevar los silencios para ahorrarse palabras innecesarias que, no obstante, deben ser significativos en los diálogos, y acciones que estén bien justificadas, porque de otra forma representan movimientos innecesarios que las temperaturas no dudan en castigar.

IMAGINARIO Y (P)REFERENCIAS
Las referencias conforman una lista de autores y obras que se modifica con el paso del tiempo. Hay escritores a los que les debo mucho y tengo en un altar, eso no quiere decir, y lo digo lamentándome, que influyeron en mi escritura. Hay obras que son inimitables. Me encantaría, por ejemplo, rozar, aunque fuera por accidente y de manera breve, el mundo creado, y esa maravilla que es su prosa, por supuesto, por Juan Carlos Onetti. Son muchos los autores a los que debo y la deuda de un escritor con sus modelos debería alcanzarle para una literatura, pero los pasivos no dan dividendos. Puedo mencionar, sin que me pongan una pistola, autores que siento que se han ido quedando en mis (p)referencias aunque la lista se acorte o se alargue: Bulgákov, Bierce, Karen Blixen, Manuel Puig, Yourcenar, Flannery O'Connor, Faulkner y Hemingway, Kurt Vonnegut, Liliana Blum...

HÉCTOR DE MAULEÓN
Recuerdo que leí la crónica sobre la captura de Joaquín "el Chapo" Guzmán el mismo día que Héctor de Mauleón la publicó en El Universal [25 de enero de 2016] y que al instante, como buen mexicano descreído de las autoridades, me puse a buscarle todos los peros posibles, todos los agujeros que se me ocurrieran, desde acciones fortuitas hasta teorías de conspiración torpemente elaboradas. Lo que más sorprendió en ese momento, la hipótesis que me pareció más increíble, fue que unos oficiales hubiesen cumplido con su deber, honrado su juramento. En ese momento pensé que los hechos, de ser verdaderos, necesitaban más de un final, pero no para inflar la leyenda del prófugo (porque, sabemos, a su alrededor se tejen solas decenas de historias), sino para amplificar la de los federales que lo detuvieron y que no lo tuvieron fácil ni siquiera cuando presentaron al capo en cadena nacional.

POLIOMIELITIS
Fue un reto que me puse para comenzar el libro que seguiría a Musiquito del talón y, por el registro de los cuentos en Musiquito, todos de corte realista–¿qué quiere decir eso en realidad?—, quise irme al lado opuesto y contar una historia fantástica de un personaje que me pareció, además, fantástico. No estoy seguro de qué tan bien librado salí de dicho reto, porque, por ejemplo, no pude escapar del locus y quizás eso limitó las posibilidades de la historia. Debo decir que escribir el primer borrador de la historia fue muy difícil, imaginar lo que el personaje pensaba, decía y hacía al descubrir su condición me puso en extremo emotivo y voluble, como ningún otro cuento que había escrito hasta entonces lo había hecho.

LOS FAVORITOS
Mentiría si dijera que todos los cuentos del libro me gustan; sucede que cuando los pienso en diferentes momentos, me gusta uno y me disgusta otro, la siguiente ocasión me gusta otro, pero me disgusta uno más y así cambio de parecer; en otros momentos pienso que tal o cual cuento pudo mejorarse, que necesitaba más corrección, más distancia, incluso supresión. Sin embargo, si tuviera que escoger obligado, es muy probable que elegiría el que da título al libro: Cien caballos en el mar, porque es una imagen y una idea que me persiguió desde que escribía Musiquito de talón, sólo que entonces no las ejecuté como debía, no pude escribirlo al gusto, y quizás el esfuerzo invertido es lo que me hace valorarlo diferente a los demás, como aquellos padres que aman a todos sus hijos pero no pueden evitar sentir debilidad por aquel que le batalla un poco más a la vida.

ESTILO
Considero que mis recursos son limitados, así que trato de jugar con lo que tengo a la mano, como un lanzador que falla con las curvas, pero que domina la recta y el cambio de velocidad, y ante cada bateador que llega a la caja no puede evitar lanzarle el repertorio con el que se siente confiado. Además de eso, la violencia sigue presente en la mayoría de los cuentos como si fuera el oxigeno que todos los personajes de mis cuentos tienen que respirar para (mal)vivir, aunque en este libro son más evidentes temas como el amor, los celos, la posesión, la pobreza, el deber, la locura. Es cierto, debo decir que, aunque todo sucede en Navojoa, me he permitido explorar un poco más lo fantástico, eso, creo, espero, sería lo que distingue Musiquito del talón y Cien caballos en el mar.

PROCESO CREATIVO
Como casi siempre escribo cuento, el proceso, la hechura suele cambiar. Hay cuentos que salen de una sentada y aunque uno desconfíe de esa facilidad, con revisiones posteriores muchas veces se mantienen y apenas necesitan un despunte; en cambio, hay cuentos que pueden tomarme años. Escribo lento y poco, y cuando digo que pueden tomarme años, es porque algunas historias, más allá de su extensión, se resisten a encontrar, ya no digo encajar, el molde que les corresponde. Si con las relecturas y el tiempo siguen sin dar la impresión de que ya están del otro lado, que ya casi quedaron, los sigo reescribiendo, aunque entre una revisión y corrección y otra pasen meses o años, porque no estoy tranquilo mientras sé que tengo un proyecto pendiente, un trabajo que completar.

ESCRIBIR Y PUBLICAR
Puede haber muchos desafíos. Cada escritor privilegiará y sufrirá el suyo. El más citado puede ser que escribir y publicar (libros en este caso) rara vez pone la comida en la mesa. Pero también tenemos como desafío el reflector que ahora dan las redes: ni bien se apaga un foco cuando se enciende otro y eso apresura muchas veces el ansia de publicar, sentir que el tiempo gana, come, que el foco no se prenderá nunca más para nuestro trabajo. Esto también ocasiona distracciones, es contraproducente estar tanto tiempo en las redes sociales, porque no sólo acortamos nuestros tiempos de atención, sino que hasta la realidad se nos suele escabullir entre tanto mar de opiniones. Cambiar la lectura de un libro por el refresh de las redes es nocivo para la salud de la obra.

FORMATO DIGITAL
No sé qué tanto haya permeado en realidad el hábito de leer en digital. Es casi por naturaleza que el escritor es un fetichista de los libros, y que siente que nada sustituye el objeto, pero también pienso que muchos, sin confesarlo abiertamente, leen en digital ya: ya sea porque es más fácil y rápido conseguir el libro que queremos leer, hasta porque circula la piratería apenas disfrazada y muchos libros se consiguen sin pagar, lo que al final es un balazo en el pie y un círculo vicioso.

PROYECTOS RECIENTES
Le estoy dando los toques finales a un libro de cuentos que se va al lado opuesto de todo lo que he escrito hasta ahora, o eso quiero creer al menos: aborda el tema de nuestra educación sentimental y todos los cuentos del volumen son románticos, como en las películas de amor gringas, y traté, además, de que todas tuvieran un final feliz. Lo más canijo hasta el momento, te lo aseguro, ha sido asegurar que el lector me acepte el pacto de credulidad que le propongo.

PARAÍSO PERDIDO
La dinámica con la editorial es tranquila. Como todo, requiere paciencia, entender que aunque sea una editorial de contacto directo, hay muchos autores queriendo ser atendidos, preguntando cómo va su libro, adónde lo mueven y eso... pero publicar en una independiente consigue que el libro se mantenga–si bien por otros medios—en circulación mucho más tiempo del que le ceden en librerías y llegue a sitios insospechados. Esto propicia que a poco más de tres años de publicado el libro, tú puedas conseguirlo y leerlo y hacer una nota sobre el mismo.

Alfonso López Corral (Navojoa, Sonora, 1979) es autor de los libros de cuentos La noche estaba afuera (Tres Perros, 2010) y Musiquito del talón (FETA, 2013), que obtuvo el Premio Nacional de Cuento Joven Comala 2013. En 2010 fue incluido en la antología Breve colección de relato porno (Tres Perros), en 2016 en Lados B, Narrativa de alto riesgo (Nitro/Press) y México Noir, Antología de relato criminal (Nitro/Press). Ha colaborado en revistas como Luvina, Tierra Adentro, Pez Banana, Revista de la Universidad de México, Mula Blanca, entre otras.

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